Regreso Desplazados
Cortesía: Séptima División del Ejército
29 Sep 2020 04:54 PM

Más de 30 familias desplazadas en Cáceres, Antioquia, decidieron regresar a sus hogares

Organizaciones sociales advierten que el retorno voluntario no significa que tengan garantías de seguridad.

Más de 20 días después de abandonar sus casas por miedo a los combates entre estructuras ilegales, 33 de las 220 familias que se desplazaron de la Isla de la Amargura, en el municipio de Cáceres (Antioquia), regresaron de manera voluntaria a su vereda. 
 
Los grupos familiares estaban albergados en una escuela del corregimiento el Guarumo de esta localidad y otras decidieron irse para Caucasia. 
 
Pese a que el Ejército está acompañando el retorno voluntario de estas personas, organizaciones sociales que hacer presencia en esta región del departamento, sostienen que la decisión no está motivada en un aumento en las condiciones de seguridad en la zona. 

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Oscar Yesid Zapata, vocero del Proceso social de garantías en Antioquia, asegura que es probable que dentro de poco tiempo se registren nuevos hechos de violencia. 
 
Según Zapata “que estas familias tengan que regresar por sus propios medios es una señal de la poca presencia del Estado que no brindó las alternativas para que estas personas estuvieran bien, pese a la alerta temprana que emitió la Defensoría del Pueblo sobre este territorio desde hace tiempo”. 

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Sin embargo, por medio de su cuenta de Twitter, el comandante de la Séptima División del Ejército, general Juan Carlos Ramírez Trujillo, dijo que “mis soldados han sido entrenados para garantizar seguridad y bienestar a la población”. 

Desde el pasado 2 de septiembre, la Isla de la Amargura comenzó a quedarse sin habitantes que, por el temor a que estructuras criminales atentaran contra su vida, prefirieron salir de sus casas y albergarse en una escuela del corregimiento El Guarumo donde permanecen 190 grupos familiares que se resisten a regresar.

Si bien la Alcaldía ha entregado kits con alimentos y artículos de primera necesidad, dos semanas después del desarraigo masivo, las provisiones comenzaron a escasear, complicando aún más la permanencia de estas personas.