Ronda que tiene un sueño de armonía,
se desliza entre roces y asperezas
inmolando ataduras verticales
en la pátina gris de su clemencia.
Es tan blando, tan suave y vulnerable
que le pide a la arcilla fortaleza
y a la madera un rígido esqueleto
que proteja su cuerpo y lo sostenga
en ese apasionado alumbramiento
que agota febrilmente su existencia
cuando sobre el papel traza el camino
que va desde la idea hasta el poema.
María Amelia Schaller-