Dulce color rojo
invades por todas partes.
Bandera en las mejillas,
en el vientre: quiero amarte.
El agua se hace almíbar.
La cintura, enjambre.
El pecho es el develo
de tus ojos al mirarme.
No en vano me apresuras
a incendiarme en tus brazos.
Pueden más
los besos tuyos
que la honradez
de mis actos.
Descansa, amado mío,
iré a bañar los pecados,
para que cuando regrese
me unjas de ardor los labios.
María Gabriela Abeal-